La lactosa es una especie de azúcar que lleva la leche y los productos lácteos en general y al consumirlos si el cuerpo, en concreto el intestino, no puede digerirlos, entonces tenemos que hablar de la intolerancia a la lactosa. Es algo muy común entre las personas adultas y en los niños se suele diagnosticar cuando ya han cumplido los 4 años.
Los síntomas se suelen presentar unos minutos después de haber comido algún producto lácteo, digamos que unos 30 minutos después, toda persona con intolerancia, podrá comenzar a sentir cierto malestar, éste dependerá de la cantidad que se haya consumido.
Aún así, los más frecuentes son cólicos o diarrea, además de náuseas. Suelen desaparecer unas tres horas después, porque la lactosa pasa del intestino delgado al grueso y allí es fermentada, de ahí que se produzcan los gases y también el dolor abdominal.
Hay dos tipos de intolerancia: una que es genética y por lo tanto algo con lo que convivirás toda la vida, pero por otro lado, exite la intolerancia por culpa de algún virus o de medicamentos. Hoy en día existen leches sin lactosa, además de la soja, que te mantendrán realmente sana, ya que el calcio es muy necesario, sin provocarte ningún efecto adverso.