Es un título de lo más amplio, ya que, después de dejar de fumar, todo será mucho mejor, pero es cierto que iremos notando esas mejorías poco a poco, según va pasando el tiempo y hoy veremos como nuestro cuerpo reacciona ante la eliminación de lo que conlleva el tabaco.
Dice que pasados unos veinte minutos, tras haber fumado el último cigarrillo, tanto el ritmo cardíaco como la presión sanguínea, vuelven a su cauce, además de la temperatura corporal que se estabiliza. A las ocho horas, el oxígeno en la sangre alcanza un nivel normal y el monóxido de carbono, va siendo inferior.
A las cuarenta y ocho horas, quizás en algunos casos un poco más, ya podemos ir detectando ciertos olores que antes nos eran prácticamente imposible de percibir. Según pasen las horas, sentiremos mayor gusto saboreando las comidas.
A las tres semanas, la capacidad pulmonar aumenta y cuando hayan pasado unos nueve meses, se recuperan los bronquios, hasta que, pasado un año, se reduce a la mitad el peligro de sufrir cualquier tipo de enfermedad del corazón.